Entre Los Andes de América del Sur,
alegre canta nuestra juventud,
donde los sueños se tornan realidad,
y se siente el calor de la amistad.
En una noche que nublada estaba,
cuando mi frontera yo patrullaba,
yo era comandante de mi patrulla,
el dedo en mi fusil siempre me alertaba.
Teníamos que ejecutar una incursión,
quince elementos con preparación,
debíamos destruir un grupo guerrillero,
que había invadido nuestro sendero.
Sin pensar dos veces yo llegué primero
y sin pensar dos veces yo ataqué primero.
En esta tarea no existe compasión,
somos los soldados con mucha formación.
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